lunes, 5 de diciembre de 2011

Iglesia Parroquial de San Luís

Esta iglesia, actualmente en ruinas desde el incendio que sufrió durante la II República española, se levantó, según la tipología mudéjar de iglesia de cajón, sobre una mezquita de la que se conserva el aljibe que hay junto a la fachada. Finalizado el templo en 1526, sufriría adiciones en el siglo XVIII, consistiendo éstas en la ejecución de las capillas laterales y de la actual torre. En este templo recibía veneración un Crucificado bajo la advocación del Cristo de la Luz, de gran arraigo popular. Tenía un sistema curioso, incluso considerado raro en la arquitectura de esta ciudad, de cubrir la nave con armaduras mudéjares sobre dos gruesas vigas maestras.


El edificio de la antigua iglesia parroquial de San Luis está ubicado en la calle homónima, en la zona más elevada de la misma, casi en las faldas del Cerro de San Miguel Alto o del Azeytuno. Fue una de las 23 parroquias erigidas en Granada a instancias del arzobispado granadino para regular la división eclesiástica de la ciudad y la evangelización de la población musulmana convertida a la fuerza al cristianismo. En concreto, en este caso, como en muchos otros, la parroquial fue fundada sobre una mezquita preexistente para afianzar el dirigismo ideológico, cultural y religioso sobre la nueva población morisca, utilizándose para ello la vieja mezquita de la Pureza (Masyid al-Safa). Del pasado islámico de esta zona queda un importante vestigio material, cercano a la iglesia y antaño a él perteneciente: el pequeño aljibe de paso de San Luis, del periodo nazarí granadino (siglos XIII-XV).


La mezquita al-Safa sería sustituida en 1526 por el nuevo templo de San Luis, según un programa constructivo de origen gótico-mudéjar que puede calificarse como transicional hacia la plena configuración del mudéjar renacentista granadino, por la combinación de arcos diafragma de origen levantino y techumbre a dos aguas con armaduras de lazo. Este templo sería de reducidas proporciones, para una feligresía morisca de carácter modesto, que sufrió negativamente los efectos de una grave tormenta el año 1629, al reducirse su feligresía y la inmediata de San Gregorio Alto y desaparecer la de la perdida parroquial de Santa Isabel de los Abades. Posteriormente se añadieron a la nave parroquial capillas laterales, desapareciendo la portada lateral del mismo, y, en 1794, fue reedificada su torre por Miguel Cirre.










En 1842 fue suprimida San Luis como iglesia parroquial, pasando a ser entonces ayuda de la parroquia del Salvador. Fue uno de los templos que sufrió los desórdenes anticlericales acaecidos en Granada durante la II República Española, con ataques frustrados en 1932 y el incendio sufrido en diciembre de 1933, que dejó el edificio reducido a los muros perimetrales, arcos diafragma y la sacristía. La reconstrucción parcial del templo se llevó a cabo en 1937, bajo la dirección de los arquitectos Prieto Moreno, Wilhemi y Fígares y Casas, pero ésta alcanzó sólo a la consolidación de los muros, sin techarse la cubierta, quedando en ese estado hasta la actualidad, en que el solar de la iglesia está ocupado por una huerta al abrigo de los muros de la iglesia.


El templo de San Luis, a pesar de su estado semirruinoso, es una interesante obra del mudéjar granadino. Como se ha dicho, es una fábrica de reducidas proporciones, de una sola nave, de aproximadamente 18 metros de ancho por 48 de largo, en un solar rectangular algo irregular. Se basa en un programa constructivo de origen gótico-mudéjar, como el edificio cercano de la antigua parroquial de San Gregorio Alto o Magno, aunque en este caso con atisbos de un cambio transicional importante, por la mezcla de faldones y armadura de lazo, y que queda bien ilustrado en las parroquiales de San Miguel y Santiago por su buen estado de conservación. Este carácter gótico mudéjar del edificio se debería a la intervención del maestro Rodrigo Hernández como tracista, según Gómez-Moreno Calera (1985), de esta iglesia, así como de las de San Matías, San Andrés, San Miguel, San José, San Nicolás, San Gregorio, San Cecilio y la desaparecida Santa Isabel de los Abades. Las techumbres de esta iglesia, realizadas por el carpintero Juan Ruiz eran muy originales y poco frecuentes en la ciudad, según Gómez-Moreno (1892) dado que entre los arcos diafragma se extendían dos zapatas góticas para sostener sendas vigas gruesas de madera, entre las que se desarrollaba, hacia el centro, una armadura de par y nudillo; y, hacia los muros laterales, faldones inclinados, para ahorrar las maderas maestras que se necesitaban para formar un techo como el de la parroquial de San José. De esta forma, se emplearía un sistema de techumbre más propio de iglesias de tres naves, pero para una nave única.


Según Gallego Burín (1946), entre los estribos de los dos arcos diafragma ojivales, de origen levantino, y el arco toral del mismo diseño, con escudo del arzobispo fray Pedro Ramiro de Alva, se crearon en el siglo XIX cuatro capillas intermedias (con el término “modernamente” se refería a ellas Gómez-Moreno en 1892), a las que habría que sumar dos espacios preexistentes a los lados de la capilla mayor, cuadrada y más alta, de los que el ubicado en el lado de la Epístola servía de antesacristía, dando paso a la sacristía, estancia rectangular en sentido transversal a la nave del templo. Y, asimismo, el primer hueco del lado de la Evangelio servía para albergar la torre cuadrada, mientras que el frontero fue el lugar ocupado por la capilla del venerado Cristo de la Luz, realizada en 1733 por la hermandad homónima, cuyos volúmenes se aprecian desde el exterior del templo. Tuvo coro alto en el primer tramo de la nave, sobre la puerta de acceso.






La portada de la iglesia aún se conserva, aunque tapiada. Se trata de un sencillo vano de arco apuntado, con hornacina superior, donde estuvo la estatua en piedra del titular del templo, trasladada en 1937 al Museo Catedralicio. A los lados de la puerta y sobre la hornacina hay tres óculos circulares y el remate de la fachada es triangular, a correspondencia del tejado a dos aguas perdido. Este tipo de portada fue el empleado en las primeras iglesias mudéjares granadinas, a imitación del mudéjar levantino y sevillano, como puede verse también en las parroquiales de San Gregorio, San Cristóbal y San Nicolás, previo a la redefinición en clave humanista de las principales parroquias mudéjares del Albayzín, según nuevos programas arquitectónicos surgidos a partir de la década de 1540.


La fábrica de los muros perimetrales, fachada y torre son de ladrillo. Esta última, como se ha dicho, fue reedificada con diseño clasicista a finales del siglo XVIII, como una estructura cuadrada con alto cuerpo de tres vanos rectangulares y campanario superior de arcos muy peraltados, que recuerda en parte a la torre del Hospital del Corpus Christi. La sacristía es una de las estancias mejor conservadas, dado que no sufrió los efectos del incendio que destruyó el templo, pero sí un brutal saqueo. De los tesoros artísticos, retablos y muebles litúrgicos que poseyó el templo, en gran medida, como el propio retablo mayor, realizados en las primeras décadas del siglo XVIII, y serie de añadidos como espejos y cornucopias, costeados, según Gómez-Moreno (1892) por un tal Castañeda, beneficiado de la iglesia, no ha quedado nada, destruida la mayor parte durante los sucesos de 1933, y trasladadas algunas obras de arte a la parroquial del Salvador desde la supresión de la de San Luis en 1842.


En la primera capilla de la Epístola se veneraba, desde 1733 una de las más célebres devociones populares de Granada: el Cristo de la Luz. Según la tradición citada por Gallego Burín (1946) , el origen del pequeño Crucifijo de este título data de las obras de cimentación de la sacristía, al descubrirse una efigie en una mina de la que, al ser golpeada por los obreros, salió la voz: “Cavad y encontraréis la Luz”. En 1994 se habilitó en una de las dependencias de la parroquial del Salvador, una capilla con esta advocación, en recuerdo de la devoción popular a aquella imagen.


A la derecha del templo se encuentra la antigua casa del sacristán, con amplio huerto posterior, que hoy también invade la propia nave de la fábrica parroquial. En la actualidad, el estado de conservación de sus muros es muy precario, debido a la falta de cubierta. Sólo la torre presenta buen estado e identifica claramente el carácter histórico y artístico del edificio en una zona del Albayzín donde abundan los restos de casas moriscas quinientistas. El resto, portada, muros perimetrales y arcos diafragma, corre el peligro de desaparecer de no mediar una intervención moderna.


A continuación vemos unas instantáneas del Santísimo Cristo de la luz en su capilla en la Iglesia de San Luís.











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